¿Qué es la productividad?
La productividad es un concepto que relaciona producción, recursos utilizados y tiempo y que con frecuencia se asocia exclusivamente a la industria. Sin embargo, la importancia de este indicador es mayor de la que imaginamos, ya que permite comparar la eficiencia, ya sea entre países, entre sectores, entre empresas, o simplemente de una persona en el tiempo. Se trata de un concepto muy ligado a la rentabilidad, -en términos financieros a nivel de EDIBTA, en inglés EBITDA-, si bien no debemos equipararlos, pues se puede ser productivo y, sin embargo, no ser rentable.
¿Cómo se calcula la productividad?
El indicador, de forma tradicional se define como la producción dividida por los recursos utilizados.
Más que una simple división
Aunque a simple vista puede parecer que en la fórmula solo tenemos dos componentes: el dividendo (la producción) y el divisor (los recursos utilizados), existe un tercer elemento. Este componente, que muchas veces no es tenido en cuenta, es la propia operación aritmética, la división; es el modo en que se relacionan los otros componentes, que en la realidad hacen referencia al proceso utilizado para transformar los recursos en producción. Esa «rayita divisoria» representaría las diversas herramientas y tecnologías aplicadas a la mejora de la productividad.
Si hacemos una analogía entre la productividad y el átomo, podemos imaginar que el núcleo son los recursos utilizados, cada electrón haría referencia a una producción y en cada órbita tendríamos un nivel de productividad: a menor productividad más cerca del átomo, a mayor productividad, la órbita se aleja.

¿Cómo podemos mejorar la productividad?
Siguiendo con la metáfora del átomo, para poder ampliar el recorrido de nuestra órbita, debemos optimizar los recursos obteniendo mejores resultados.
¿Qué podemos hacer para conseguirlo? Este salto de nivel puede venir ocasionado por diversos factores entre los que encontramos:
- Pequeños cambios tecnológicos
- Modificaciones en los procesos existentes
- La adopción de una nueva perspectiva desde el punto de vista cultural.
Acciones como establecer rutinas de trabajo, planificar y priorizar tareas y el uso de unas herramientas adecuadas son algunos aspectos clave para mejorar nuestra productividad.

El factor tiempo
A pesar de ser un factor determinante, el consumo de tiempo no se ha tenido en cuenta de forma directa en el cálculo de la productividad del sector industrial, ya que era difícil de introducir en la ecuación. Para que el indicador de productividad tenga sentido, las unidades de medidas en el numerador y denominador deben ser homogéneas – debemos comparar peras con peras y manzanas con manzanas-. Para lograrlo, normalmente se opta por monetizar los componentes. ¿Esto qué quiere decir? Pues que la producción corresponde al valor de mercado o de venta de los productos o servicios y los recursos al coste de factores (lo que cuesta para la organización).
¿Y si en vez de átomos pensamos en empresas?
Tomemos como referencia dos empresas competidoras con la misma productividad teórica (electrones pululando en nuestro átomo): la “VOYDEPRISA” y la “AHORALLEGO”. Supongamos que ambas se dedican a la fabricación y comercialización de dispositivos electrónicos. Sin embargo, “VOYDEPRISA” es capaz de realizar todo el proceso productivo y entregarlo al cliente en una semana y en cambio “AHORALLEGO” tarda 15 días. Si en el cálculo de productividad tenemos en cuenta los costes de almacenamiento, etc., está claro que “VOYDEPRISA” es más productiva que “AHORALLEGO”. “Está en otra órbita”.
Cuantificando este pequeño ejemplo, “VOYDEPRISA” será capaz de producir el doble que la “AHORALLEGO” en un año. Es decir, si “AHORALLEGO” sirve 26 pedidos a lo largo del año, “VOYDEPRISA” habrá logrado alcanzar los 52 pedidos. En un mercado nos permitiera vender todo lo que se fabrica, “VOYDEPRISA” tendría una clara ventaja; pero esto no siempre es así. Por eso, normalmente al hablar de productividad hablamos de euros en un espacio de tiempo determinado [t,t+1]. Éste puede ser una año, un trimestre, una semana….(por ejemplo, [1/1/2016,31/12/2016]). Así, la fórmula de la productividad quedaría de la siguiente manera:

¿Cómo debemos comparar entonces?
En el ejemplo anterior, por tanto, compararíamos la productividad anual; es decir, la producción realizada en un año y los recursos utilizados para obtener esa producción por cada una de las empresas. Al hacerlo de esta manera, observamos que la productividad de la “AHORALLEGO” es la mitad que la productividad de la “VOYDEPRISA”.
Sí, pero… ¿qué pasa cuando no hay producción?
Cuando hablamos del sector servicios, financiero, asegurador, o para gerentes, mandos intermedios o simplemente la de un comercial o un administrativo, el tiempo como factor específico a la hora de calcular la productividad tiene efectos especiales. ¿Es productivo un comercial por el mero hecho de alcanzar sus objetivos? Habría que analizar cómo consiguen sus objetivos, pues si para ello requieren de una mayor dedicación de horas, éstas supondrán un sobrecoste tanto para el trabajador como para la empresa.
En el próximo post sobre productividad nos centraremos en sectores o empleos donde el producto es un servicio y, por tanto, el tiempo pasa a ser un recurso de vital importancia.
Nuestro objetivo será introducir el concepto de productividad en servicios, analizando cómo pequeños cambios tecnológicos, de procesos, hábitos y actitudes nos pueden permitir mejoras en la productividad en actividades donde el principal factor es el trabajo humano como tiempo. Podríamos llamarlo «servuctividad» 😉 .
Y vosotros, ¿consideráis que sois productivos? ¿Qué herramientas utilizáis para medir vuestra productividad? Si os habéis quedado con ganas de aprender más sobre el tema podéis apuntaros a alguno de nuestros workshops sobre productividad, ¡os esperamos!