Estrategia creativa

¿Qué es la usabilidad y para qué sirve?

Hoy 10 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Usabilidad 2016, una jornada de eventos que tiene lugar alrededor del mundo entero aunando comunidades de profesionales de los más diversos sectores con un objetivo común: garantizar que los servicios y productos relevantes para la vida humana sean de más fácil acceso y uso más sencillo. Se trata de hacer que nuestro mundo funcione mejor.

¿Qué es la usabilidad?

Más allá del concepto antes referido, si buscamos la palabra “usabilidad” en Google veremos, no solo que no está contemplada por la RAE (al tratarse de un neologismo, del inglés, “usability”), sino que desde las primeras entradas, su definición hace referencia al entorno digital. Se entiende usabilidad como “la facilidad con que un usuario puede utilizar una herramienta fabricada por otras personas con el fin de alcanzar un cierto objetivo”. Se dice que una página web o una aplicación es usable cuándo es sencilla de utilizar porque facilita la lectura de los textos, descarga rápidamente la información y presenta funciones y menús sencillos e intuitivos de manera que resulta cómoda de usar.

¿Cuál es el objetivo de la usabilidad?

La usabilidad persigue que la experiencia del usuario sea lo más satisfactoria posible al interactuar con un producto o servicio –en nuestro caso una web o una aplicación-. ¿Qué debemos entender por “experiencia de usuario? Se trata de la sensación, la respuesta emocional, valoración y satisfacción de éste al llevar a cabo determinadas acciones en nuestra web o aplicación, con el fin de alcanzar un objetivo concreto. Esta respuesta emocional será la que condicionará visitas futuras, y de ser negativa, tendrá como consecuencia probable el abandono.

Por tanto, aunque en primera instancia pueda parecer que la experiencia de usuario, y por tanto la usabilidad, son conceptos meramente subjetivos, existen pruebas empíricas para su medición. En el caso de una web o aplicación digital, podemos medir los objetivos de usabilidad en términos de eficacia, eficiencia y satisfacción:

Eficacia. El usuario logra lo que quiere. Se mide en función del número de errores que comete en el proceso.

Eficiencia. Lo logra sin esfuerzo. Se mide en función del tiempo y clics empleados en el proceso.

Satisfacción. La experiencia le reporta satisfacción. Se mide de forma subjetiva a través de preguntas al usuario y será relativa, ya que dependerá de los objetivos planteados y de su comparación con otras experiencias similares.

¿Cómo sabemos si una web cumple esos objetivos?

En primer lugar, nada más aterrizar en la web, el usuario debe tener entender sin problema de qué es el sitio y qué puede hacer en él. Además, la página debe estar adecuada a la lógica del usuario target; esto quiere decir que a éste le debe costar poco esfuerzo navegar conforme a su perfil y conocimiento. No solo debe estar ubicado y orientado en todo momento para poder encontrar lo que busca, sino que debe recibir feedback (señales visuales y/o sonoras) que le orienten e indiquen lo que está pasando para entender lo que debe hacer. Cuando hay algún error, el usuario también necesita identificar y entender qué ha pasado para saber qué hacer para corregirlo. Todo esto, guardando una cierta consistencia y estándares, ya que hay cosas que el usuario ya ha aprendido de otras webs, aprenizaje que sin duda debemos aprovechar.

¿Es importante el diseño?

A todos nos gusta presumir de una web bonita, qué duda cabe. Pero, ¿de qué nos sirve si finalmente no cumple su objetivo y el usuario no puede hacer en ella lo que esperamos de él? El primer paso es llamar su atención, sí; sin embargo, si todo llama la atención, finalmente el usuario no mirará nada. Hay que tener en cuenta que debemos diseñar para el «inconsciente» de las personas y por tanto, tenemos que asumir que existen una serie de reacciones de las que no somos conscientes y no podemos controlar en nosotros mismos, cuánto menos en el comportamiento de otros:

-No leemos, hojeamos. Siempre vamos con prisas, y lo más importante, sabemos que no hay que leerlo todo…

-No tomamos decisiones óptimas, sino que nos quedamos con la primera opción medianamente suficiente.

-No investigamos el funcionamiento de las cosas y nos da igual. Intentamos entender instintivamente (¿quién lee los manuales de instrucciones, salvo cuando algo deja de funcionar?)

-Estamos impacientes por conseguir lo que buscamos. Si la web no cubre sus expectativas al aterrizar en ella, el usuario se sentirá frustrado y se irá, sin más.

En definitiva, para que una web sea usable, tendrá que ser fácil de encontrar, ser accesible, lo suficientemente atractiva como para llamar la atención de quien entra en ella, todo ello sin menoscabar su credibilidad y su utilidad por no permitir que se alcancen con facilidad los objetivos para los que está diseñada.

¿Ofrece vuestra web una experiencia de usuario satisfactoria? Si no lo tenéis claro… ¡ya sabéis donde encontrarnos! 😉

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